La solemnidad tradicional de un juramento devino en un acto descontracturado. Chanzas, ironías y torpezas se sucedieron en el Museo del Bicentenario, lugar en el que el presidente, Alberto Fernández, puso en funciones a su gabinete.
"Me estoy preocupando; ninguno quiere firmar", lanzó en una ocasión el jefe de Estado. Ocurre que la mayoría de los funcionarios, una vez que procedían a jurar, se alejaban del estrado sin firmar el libro de actas.
Fernández también bromeó con Ginés González García, a quien abrazó efusivamente.
Otro momento jocoso se produjo cuando debió llamar a tomar juramento al ministro de Economía, Martín Guzmán. La locutora convocó al ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá. De inmediato, Fernández la interrumpió con un "no, Guzmán". En el trayecto, entonces, se cruzaron Solá y Guzmán. La secuencia de errores se cerró con un frentazo del ahora canciller al micrófono, cuando se inclinó para firmar.
En otro momento, Fernández también evidenció su incomodidad por usar la banda presidencial. "Me tiene a maltraer esto", dijo, mientras se acomodaba uno de los atributos del mando presidencial.
Como dato llamativo, el más aplaudido en el caluroso salón fue el camporista Eduardo "Wado" De Pedro. Vitoreado, el referente kirchnerista juró como ministro del Interior.